Hada de fuego en el Plumbago Azul de mi jardín. |
Desde muy niña amé los
cuentos de hadas, siempre he creído en ellas y solamente esperaba el momento de
su manifestación inequívoca en mi vida. Gracias a la Terapia Floral esa
manifestación se hizo presente.
La elaboración de un
elixir o esencia floral de calidad, para mi, requiere de la asistencia y
colaboración del mundo sutil habitado por los espíritus de la naturaleza, por
los devas o angelitos que los comandan, por la energía maravillosa de las almas
de las plantas, por la presencia de haditas y diversos elementales. Estos seres
ayudan y se hacen presentes en ambientes llenos de paz, servicio y amor a Dios.
Estos seres “especiales” colaboran con las personas que honran, respetan y aman
profundamente a la naturaleza y lo demuestran en sus hábitos diarios
practicando la no contaminación del planeta.
No
contaminar tiene varios niveles de conciencia:
El más básico tiene que
ver con el reciclaje y la práctica sencilla de clasificar la basura separando
lo que se descompone de lo que no. Practicar la “Ley del Retorno” regresándole
a la tierra lo que nos sobra de lo que ella nos da: restos de comida, cáscaras,
papel, cartón, todo material orgánico. Estos restos orgánicos que pueden
descomponerse y que surgieron de la tierra, nutre y alimenta al planeta, al menos a la
porción de planeta que nos toque disfrutar y cuidar.
El siguiente nivel de
conciencia involucra nuestros pensamientos, emociones y acciones. Si sembramos,
voluntaria y conscientemente, pensamientos positivos, emociones y acciones
positivas, expandimos el ambiente ideal para que los elementales, los espíritus
de la naturaleza, los devas y los angelitos nos acompañen y asistan.
Ser agradecidos y
bendecir la obra de Dios nos mantiene en sintonía con la manifestación de lo
que irradiamos desde dentro, y los elementales son los obreros constructores de
la materia física de esas irradiaciones.
Regalos
de vida:
En mi hogar, en
especial en el jardín, aprecio enormemente el inmenso regalo de Dios a través
de la presencia de sus elementales que me sorprenden con nuevas flores y
plantas (algunas simplemente “llegaron” sin que yo las sembrara).
Nombrar al viento y
confirmar el modo en el cual te responde es una experiencia maravillosa.
Hermanarte con las
ondinas (hadas del agua), confirmar y agradecer su colaboración amorosa cada
vez que utilizas agua, las bendice.
Amar a la tierra te
gana la simpatía incondicional de los duendecitos que multiplicarán sus frutos
para ti.
Cobrar consciencia y
respeto por el fuego de tu hogar, por los rayos del sol, por la simple luz de
las velas, iniciará la amistad clara del fuego y la luz, que te lo retribuirán
mostrándote el camino hacia el bien y la rectitud.
En la elaboración de un
elixir o esencia floral de calidad intervienen siempre los cuatro elementos. La
flor tiene la capacidad de armonizarlos, conjugarlos y transferir estas
energías convertidas en cualidades para sanar y equilibrar a los seres vivos, a
los espacios y ambientes también.
Me reconozco
inmensamente agradecida y bendecida por la presencia de estos seres al servicio
de Dios en mi vida.
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