domingo, 30 de octubre de 2022

Falsos yoes y PRESENCIA - Tahíta -

 







Estar presentes, y saber lo que no  somos…es esencial para una vida consciente en la que develamos los falsos yoes desde los cuales actúa la función egoica, aun inconscientemente.


Lo único parecido a un “yo real” que podemos percibir es…conciencia pura, originada en la Vida Infinita. Esta Fuerza Vital Infinita está encarnada dentro de mi individualidad finita. La individualidad es la encarnación de la Fuerza Vital dotada de conocimiento consciente. Pero el centro de la individualidad está bajo el hechizo de varias identidades construidas: falsos yoes, papeles que representamos, máscaras que usamos.


Estos falsos yoes usurpan nuestro ser esencial y hablan en su nombre, brindando información distorsionada y falsa que pone en marcha varias fuerzas que confunden y distorsionan todo: nuestra relación con los demás, con los eventos y con la Fuerza Vital.


El estudio, la observación y el desarme del falso yo nos hará sentir, en esta dualidad, más inspirados por el Espíritu…y para ello tendremos que descondicionar o reacondicionar la vida de nuestro personaje humano.


El descondicionamiento comienza cuando se activa nuestra fuerza esencial. Una vez despierta, se aparta de la personalidad, o más exactamente de nuestras subpersonalidades (falsos yoes), y tiene la capacidad de presenciarlas objetivamente.


Es como permitir que el Espíritu nos susurre al oído conscientemente en todo momento, o al menos en la mayoría del tiempo.


Cuando permanecemos despiertos, podemos observar esas identidades construidas, esos falsos yoes, y los vamos borrando junto a los problemas que traen consigo. Este proceso de conciencia expone capas sobre capas que hemos tomado como nosotros mismos, pero que eran solo capas de condicionamiento.


Prácticas como la meditación y la contemplación nos elevan a un nivel superior de conciencia desde el cual es posible un verdadero cambio. El proceso de desacondicionamiento implica reducir el ruido, la estática, las distorsiones dentro de la mente. Aunque diferentes tipos de personas están condicionadas de diferentes maneras, el hilo común consiste en las compulsiones y coerciones del falso yo: vanidad, orgullo, envidia, resentimiento, por nombrar algunas. Podemos agregar a la lista todos los sentimientos de agravio, de estar en deuda y “si tan solo…”. Todas estas formas de negatividad son problemas imaginarios que surgen de la naturaleza misma del falso yo y las historias que cuenta.


Entre las muchas subpersonalidades, los falsos yoes que componen nuestra identidad personal, la mayoría responde a varias motivaciones básicas. Cada motivación está determinada por el deseo de ganar o evitar algo que se cree bueno o malo, deseable o indeseable. La totalidad de estas motivaciones, o impulsos, se llama en términos religiosos…” el mundo, o lo mundano, o el demonio”.


La religión y la moralidad se han centrado en controlar los deseos mundanos, llamándolos pecados, como: orgullo, avaricia, lujuria, envidia, gula, ira y pereza. El orgullo, la envidia, la ira y la pereza son enfermedades del ego y del corazón, mientras que la codicia, la lujuria y la gula están directamente relacionadas con los deseos físicos que es necesario moderar. Estos deseos físicos, por supuesto, pueden influir y engendrar falsos yoes y lanzar un hechizo sobre el ser esencial, pero los dejaremos de lado por el momento, enfocándonos en cambio en una tendencia que multiplica la confusión y el sufrimiento en nuestras vidas.


Me gustaría compartir cómo creamos sufrimiento para nosotros mismos.


Si tuviéramos que observar objetivamente lo que causa la mayor parte de nuestro sufrimiento, veríamos que inconscientemente vivimos bajo un gran engaño: que el propósito principal de vivir es estar lo más tranquilo posible. En otras palabras, maximizar el placer y la comodidad, evitar toda desaprobación hacia nosotros mismos y sentirnos importantes o admirados. Esta suposición es el fundamento de nuestra esclavitud interior. Esta suposición es la raíz de nuestra opresión de nosotros mismos.


Así, vivimos prisioneros de…preservar nuestra propia existencia a toda costa, lo que resulta en miedos exagerados y una actitud defensiva; Ganar placer y comodidad, escapar de todo dolor e incomodidad; Llamar la atención, a menudo de manera inconsciente, y así evitar ser ignorado o rechazado; Obtener la aprobación incondicional y escapar de la desaprobación; Ganar un sentido de importancia y escapar del sentimiento de inferioridad; Ser amado, querido o deseado, y evitar ser abandonado; Tener control sobre otras personas y escapar de situaciones que no podemos controlar. A lista sería aún más extensa.


En nuestro estado ciego e inconsciente tenemos varias estrategias que aplicamos para tratar de alcanzar este estado imaginario de “tranquilidad”: quejarnos, ponernos en papel de víctima, adopta una máscara para agradar a la gente; conformarnos a hacer lo que los demás quieren; culpar a alguien o algo externo de lo que pasa; autoinflar el ego, por ejemplo, a través de jactarnos o mostrarnos en redes sociales.


Cada una de estas estrategias da nacimiento a falsos yoes que usurpan la primacía del ser esencial. Quejarse, culpar, seguir a las autoridades sin pensar, esconderse detrás de una máscara, jugar a la víctima, todas estas distorsiones y falsedades compuestas que oscurecen lo que realmente es. Además, estos falsos yoes no solo crean estragos en nuestras relaciones, sino que confunden y distorsionan nuestras energías vitales, creando formas de pensamiento negativas, mensajes incoherentes, todo lo cual tiene un efecto en el ámbito de la manifestación y la sincronicidad. Dios, la Vida Una, la Consciencia Infinita… no actúa de manera extraña. Sí estos falsos yoes. Aquellos que están dominados por estos falsos yoes de alguna manera atraen más accidentes, malentendidos, conflictos y caos.


La ilusión de creer que el propósito de la vida es estar siempre tranquilo, ser aprobado, maximizar el placer y tener el control en realidad crea una resistencia constante a las cosas tal como son. Esta resistencia corta la gratitud por los dones de la vida, el “sí” a la realidad y la confianza en la Inteligencia Divina. Este engaño conduce a expectativas poco realistas y engendra resentimiento cuando las cosas no funcionan como pensamos que deben funcionar.


Solo el Ser esencial, operando como “testigo”, es el que puede reducir el poder de estas motivaciones, estrategias y los falsos yoes que usurpan nuestra seidad.


Allí es cuando podemos volvernos receptivos a la gracia y la inspiración, vivir cada vez más con una conciencia del Ser Divino, crecer en la capacidad de ser agradecido, de confiar en la Inteligencia Divina y de rendirnos al Ser/Espíritu.


Vivir con menos resistencia.


Si lo hacemos podremos descubrir que las situaciones negativas se transforman de alguna manera cuando estamos en Presencia.


Estar en Presencia es observar y ser testigos de la enmarañada trama de los yoes pequeños, sin involucrarnos en las historias que tejen, para no percibirse desvalidos a causa del sentido de separación que nos hipnotiza.


El ego y los falsos yoes viven en el tiempo…el Ser vive solo en el presente.


PRESENCIA es presente.



Estar completamente presente significa que estoy atento a lo que está sucediendo ahora. Estar encarnado significa que no es solo mi mente la que está presente, sino que estoy en mi cuerpo, conectado, sintiendo y emocionalmente disponible. Ser congruente significa que estoy comunicando un solo mensaje, no diciendo una cosa con mis palabras y otra con mi lenguaje corporal, sino que transmito el mismo mensaje con mis palabras, lenguaje corporal y comportamientos. Y ser imperturbable, tranquilo independientemente de las circunstancias, es en gran medida el resultado de no concentrarse en el tiempo.


Durante los “tiempos difíciles” de nuestras vidas, generalmente nos volvemos inestables, reactivos. Lo mismo sucede cuando experimentamos un conflicto con otra persona. En estas situaciones reaccionamos a nuestra percepción del tiempo, porque cuando no nos gusta cómo nos sentimos, deseamos urgentemente escapar de la incomodidad. Creemos que podemos hacerlo huyendo o, a veces, afirmándonos —ganando— y demostrando que tenemos razón.


Huir no crea presencia.


Tampoco afirmar nuestro punto de vista, aunque se pueda confundir asertividad con presencia, pero asertividad es un ejemplo de fuerza, que no es lo mismo que presencia.


La presencia y la fuerza son muy diferentes.


 La fuerza nace del miedo.


La presencia nace de la existencia real.


 La Presencia es parte de nuestra naturaleza existencial…lo que somos eternamente, fuera del tiempo y de los yoes que el miedo crea♥


 Gracias. Gracias. Gracias


 Liliana Zerbino - Tahita -