Culpar, gritar o golpear a
alguien, son maneras de expresar nuestra ira. Sin embargo, es un modo muy
superficial de manifestar lo que nos ocurre por dentro. ¿Habría una manera más
plena de expresar nuestra ira? La CNV (Comunicación No Violenta), al contrario
de lo que pudiera parecer, no nos propone reprimirla sino todo lo contrario,
nos incita a expresarla de una manera plena. ¿Os apetece saber cómo?
Lo primero que es útil
conocer es la diferencia entre estímulo y causa. Las circunstancias, las
personas y sus comportamientos pueden ser estímulos para que nosotros sintamos
ira pero en ningún caso podemos decir que son la causa. Es decir, que el primer
paso para poder expresar de un modo pleno la ira es reconocer nuestra
responsabilidad sobre ella. Este planteamiento puede sonar un poco provocativo
pero en realidad no lo es. Mirémoslo a través de un ejemplo.
Supongamos que circulo por
la carretera y en mi camino me encuentro un vehículo que circula bastante por
debajo de la velocidad que yo acostumbro a circular. Trato de adelantarlo, pero
en ese momento pasan vehículos en dirección contraria, lo cual impide la
maniobra. ¿Qué es lo que me pasa? Pues que me enfado porque no puedo adelantar
y el de delante va muy lento. ¿Acaso podría reaccionar de otro modo?
En este ejemplo está claro
que el estímulo es el vehículo que circula lentamente, sin embargo, no puedo
decir que sea la causa de mi enfado. ¿Por qué? La razón es que ha habido
ocasiones en que, ante este mismo estímulo, he respondido de otra forma. Si
ello fuera la causa, la respuesta SIEMPRE sería la misma, ¿no? El factor
diferencial, lo que convierte el factor externo en un estímulo y no en una
causa está en NOSOTROS. La pregunta que se nos plantea ahora es: ¿Qué es lo que
hace que, ante una misma respuesta, respondamos de forma distinta?
Pues aunque no seamos
conscientes de ello, la causa de la ira radica en la manera en cómo nosotros
pensamos. En palabras de M. Rosemberg “La ira surge cuando nos enfadamos y buscamos
culpables; es decir, cuando optamos por hacer el papel de Dios y juzgar o
culpar a otra persona por haberse equivocado o haber hecho algo que merece
castigo.” Para ilustrarlo seguiremos con el mismo ejemplo anterior.
¿Qué es lo que pienso
cuando me encuentro el vehículo circulando lentamente? El diálogo interno
podría ser el siguiente: “Vaya, ya me ha tocado un lento. Qué mala suerte que
tengo. Mira que podría ir un poco más rápido. !Pero si va pisando huevos! !!Qué
patata de conductor, Arjjjjjj!!”
Como podéis apreciar, este
diálogo está lleno de juicios sobre el comportamiento de la otra persona.
Observad que hay juicios sobre “cómo se debería” comportar esa persona. Como no
lo hace, me enfado, no se comporta conforme “lo correcto”. Y esa vara de medir
sobre lo correcto soy yo. Sin embargo si hubiera pensado, por ejemplo, “Quizás
haya una persona que está perdida y está buscando alguna cosa, si la presiono
aún se sentirá más agobiada, y a mí no me gustaría que me lo hicieran…”
entonces seguro que no sentiría enfado. Como veis, depende de lo que piense en
ese momento, sentiré una cosa u otra. Por eso el comportamiento de los otros no
es la causa de lo que sentimos aunque pueda ser un estímulo.
Intención positiva de la
ira.
Sin embargo la ira busca
algo bueno para nosotros. Lo que persigue es que nos demos cuenta que hay una
necesidad que es muy importante y valiosa para nosotros y que no se está viendo
satisfecha. Por lo tanto, hay que aprovechar ese mensaje que nos está queriendo
enviar. Es algo parecido al comportamiento de un niño pequeño cuando hace una
rabieta. Puede ser muy molesto pero es muy probable que lo que en realidad
busque es llamar la atención y no sepa hacerlo de otra forma. Fijaros que mi
reacción será muy diferente si pienso que “Otra vez otra rabieta, lo hace para
fastidiarme” que si pienso “quiere llamarme la atención y no sabe otra manera
de hacerlo“. No queremos entrar si un juicio está más fundamentado que otro.
Simplemente quiero haceros notar que ante un mismo hecho, pensar una u otra
cosa nos hace actuar de formas muy diferentes.
Por lo tanto, no se trata
pues, de hacer desaparecer la ira, porque con ella nos perderíamos ese mensaje
tan importante que nos quiere enviar. Sin embargo eso no significa que nos
debamos dejar llevar por ella. Escuchemos qué nos está tratando de decir la
ira: ¿Qué necesidad importante y valiosa para nosotros no se está cumpliendo?
Los 4 pasos para expresar
la ira.
Con todo lo que ya sabemos
os paso a describir los pasos a seguir en el proceso que lleva a manifestar
plenamente la ira.
1.- Detenerse y respirar
profundamente. Esta es quizás la parte que a mi me resulta más difícil porque
no hay que hacer nada. Sólo parar y respirar.
2.- Tomar conciencia de
los pensamientos que nos asaltan en estos momentos. Una vez que hemos
conseguido parar y respirar lo que toca es reconocer lo que estamos pensando.
Como ya hemos visto antes, es muy probable que haya pensamientos de culpa y de
castigo hacia alguien. Y también hemos visto que todos los juicios son en realidad
formas de expresar necesidades no satisfechas
3. Transformar los juicios
en necesidades y sentimientos. En esta fase se trata de pasar el foco que está
mirando a los demás (ellos son culpables o causantes de lo que nos pasa) y
centrarnos en nosotros: ¿qué es lo que estoy sintiendo y cuáles son las
necesidades insatisfechas? En definitiva qué es lo que me pasa a mí respecto a
lo que está pasando. Tal y como nos recomienda M. Rosemberg en su libro
“Comunicación no violenta, un lenguaje de vida” resulta muy útil transformar la
frase “Estoy enfadado porque ellos…”por la frase” Estoy enfadado porque
necesito…”.
4. Conectar con las
necesidades y sentimientos de la otra persona. Si queremos que los demás
empaticen con nosotros es necesario que antes seamos empáticos con ellos. Esta
fase puede llegar a ser difícil porque lo que queremos seguramente es que nos den empatía.
Sin embargo, en este tipo de cosas, si queremos algo y queremos ser
efectivos lo que hay que hacer es
precisamente lo contrario de lo que parece normal. Cuanto más empaticemos con
la persona que ha actuado de una manera que no ha satisfecho nuestras necesidades,
más probable es que entonces el empatice con las nuestras.
5.- Expresar nuestros sentimientos
y necesidades no satisfechas. Ahora ya hemos conectado con la otra persona y
sabemos lo que necesitamos por lo que podemos hacer una petición encaminada a
satisfacer la necesidad que sea lo más concreta posible y que se pueda realizar
en el momento presente. Si hemos escuchado antes a la otra parte entonces la
otra parte será receptiva en tratar de encontrar una estrategia que sea
adecuada para los dos.
Seamos pacientes con
nosotros mismos.
Para finalizar deciros que
este proceso no es sencillo pero no por ello debemos renunciar a él. Lo que es
importante es no hacerlo perfecto sino hacerlo un poco mejor cada vez. Sólo con
eso ya avanzamos hacia una manera diferente de expresar de una manera plena
nuestra ira.
Ánimo, desde luego es algo
que vale la pena por nosotros mismos y para hacer nuestro mundo un poquito
mejor.
¡Buen Viaje!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tus comentarios